lunes, 13 de enero de 2014

Entre boinas y saberes


ENTRE BOINAS Y SABERES

                                                
 

Los mitos, pueden ser definidos como marcos generalizados de creencias, de tipo social, extendidos vulgarmente entre la población, los cuales, están basados en una inexacta interpretación historiográfica. Dichos mitos, son celebrados a través de ritos, o actos invariablemente repetidos, con arreglo a normas estrictas, establecidas por la tradición, autoridad o clase dominante de cada época determinada. 
Éstos ritos, se concretan en ceremonias de carácter más o menos solemne, donde lo simbólico, reproduce en su realización, la estructura jerárquica del contexto social, de modo que lo experimentado por los participantes, perpetúe en la memoria de cada uno de ellos, un estatus jerárquico protocolar, como algo natural, absoluto e inobjetable, aprovechándose de que el origen histórico de tales actos, es desconocido por la juventud de los que lo viven, ha sido ya desdibujado, o sólo superficialmente difundido o comprendido.
En éste sentido, el Acto de Grado, como ceremonial universitario, declara desde sus inicios, con la autoridad de una tradición dominante, la aparente inmodificabilidad de su proceso histórico de surgimiento, a partir del cual, la identidad de las instituciones de Educación Superior se vinculan a valores de estatus y diferenciación, explicables en el ámbito de las relaciones de poder instauradas en el modelo aristocrático, eclesiástico y feudal del medioevo europeo.
Aquellos eran tiempos de enseñanza memorística, de Escolástica y metodologías repetitivas; del latín como vehículo de transmisión de la "cultura" oficialmente aceptada; de disciplina severa y contendidos divorciados de necesidades sociales concretas.
Era una época de rígido escalonamiento de privilegios, donde se había proscrito el librepensamiento y se defendía con la tortura al dogmatismo. En el que se celebraba el valor del claustro, como honrosa forma de distanciamiento del mundo y se fomentaba la meditación contemplativa silenciosa que fuera capaz de traducirse en obras de investigación y sistematización teórica con ideas exclusivas, excluyentes; convenientes y sumisas a los intereses reales y concretos del poder de la nobleza y del clero.

Dentro de este orden, EL BIRRETE sirvió para significar y jerarquizar por encima de los demás, al vasallo del reino a quien se le hubiere otorgado, actuando como pieza ornamental de un atuendo de lujo, que se definió como traje académico universitario desde los Reales Decretos de Isabel II, a través de los cuales, se regulaba en España el uso de dicho traje en el marco del proceso de uniformidad de sus centros de enseñanza, imponiendo indirectamente con ello: los honores, privilegios y excepciones de que gozarían los doctores, los de grandes cargos y los de alto estatus social.
Era pues el Birrete, una designación laudatoria que permitía declarar públicamente el éxito obtenido por un intelectual: blanco, hijo de legítimo matrimonio, descendiente de viejos cristianos practicantes, limpio de toda mala raza y sin tacha inquisitorial por infamia o inmoralidad personal o familiar, que ha culminado formación dentro de un sistema elitesco y mutilante del ingenio, en el que no tenían cabida negros, aborígenes, mulatos, ni zambos; tampoco alternativas, innovaciones, ciencia, dudas o preguntas; ni mucho menos, zonas distantes y primitivas, ajenas a las cortes o metrópolis.

Por el contrario, la Boina: gorra sin visera, redonda, chata y de lana, de una sola pieza, con un rabillos o txorten ubicado en el centro de su parte exterior, cuyos orígenes parecen remontarse a las legiones romanas combatientes en las cantábricas, o según cuentan a los pirineos o quizás a las tierras vascas; como prenda niveladora, irrumpe en los relatos históricos desde un origen campesino y proletario, desvestido de todo privilegio, con la extraordinaria fuerza y fascinación que da la sencillez, la honestidad y la irreverencia.
La Boina se enfrenta junto al pueblo al estatus que durante la Revolución Francesa, esta presente en la marcha del los desposeídos hacia París, en el canto de la Marsellesa, en la protesta de los humildes que pintaban a su paso de rojo, azul o blanco todos los Escudos de la Corona que iban encontrándose. Estuvo ahí en la toma de la Bastilla y acompañó la redacción de la primera constitución escrita, la división de poderes, vio el surgimiento del Estado de Derecho y el reconocimiento internacional del poder originario y de la soberanía popular en la conducción democrática de su propio destino colectivo.
Igualmente, fue el símbolo de los milicianos voluntarios de la Guerra Carlista, se hizo el distintivo de los anarquistas italianos y adornó la cabeza de las fracciones Republicana, Franquista y Falangista durante la Guerra Civil Española.

En la I Guerra Mundial, pasa a formar parte de diversos uniformes militares y puede verse, con algunas diferencias de diseño, entre los Bolcheviques de la Revolución de Octubre, junto con las gorras de obreros y ferrocarrilleros, así como, de las gorras polares, pasamontañas y bufandas de lana, propios de campesinos de toda Europa.
Luego de la II Guerra Mundial, es la Boina, importante accesorio decorativo de diferentes Movimientos Revolucionarios y de Liberación Nacional de América Latina y el Caribe, siendo uno de los ejemplos más emblemáticos de ello, la inmortal gráfica donde Korda, retrata a Ernesto "El Che" Guevara de la Serna, quien la usaría no sólo durante su faceta de combatiente, sino también, cuando en virtud de su compromiso e iniciativa, fue nombrado por Fidel Castro, Ministro de Industrias, y recorría toda la Isla de Cuba vestido en traje de campaña.
En nuestro país, la Boina ha estado desde siempre ligada a posturas antiimperialistas, como la sostenida en la Generación del 28 con el resurgimiento de una Federación Estudiantil antigomecista, de cuyo recuerdo no podemos obviar la pluma excelsa del Maestro Poeta: Pío Tamayo y su célebre "Homenaje y Demanda del Indio", por el cual, sería luego encerrado, casi hasta su muerte, en el Castillo de Puerto Cabello.
También la vemos presentarse en escena, al oír las notas del Coro del Himno de la Universidad Central de Venezuela, otrora Real y Pontificia Universidad de Caracas, escrito en los años 40 por Luis Pastori y Tomás Alfaro Calatrava, quienes en él, quisieron conservar el espíritu insurgente del estudiantado crítico, inmortalizando en su letra que el mundo universitario, debe ser un: "mundo de azules boinas", acotación que sigue siendo sensible, aun y cuando el llamado al campesino, al marinero y al miliciano, retumbe contra las formalidades de un protocolo en el cual, todavía hoy en el siglo XXI, estudiantes, profesores, investigadores y directivos de esa institución, conservan para sí la coronación de sus talentos mediante el vetusto aditamento del Birrete de la era medieval.
Su mayor impacto en la iconografía venezolana, lo tiene este accesorio, cuando a primeras horas de la tarde del 4 de febrero de 1992, aparece ante las cámaras de televisión, en uniforme de paracaidista y Boina, el jefe máximo de una rebelión que cambiaría los destinos del país, asumiendo la responsabilidad absoluta de un movimiento Bolivariano Revolucionario inspirado en el pensamiento de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, solicitando a sus compañeros deponer las armas, pues los objetivos estratégicos que habían sido planteados, "no se han logrado por ahora", pero que no obstante, se vendrían a concretar más tarde con un el arribo al poder en 1999 de este mismo comandante, al frente de un gobierno popular.
Más adelante, la redacción de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela por el Poder Constituyente Originario, concebirá la Educación como un derecho humano, deber fundamental del Estado y servicio público integral, permanentemente democrático, gratuito y obligatorio, fundamentado en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, el desarrollo del potencial creativo, la valoración ética del trabajo, la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social, los valores de la identidad nacional y una visión latinoamericana y universal.

En el año 2003, el país podrá ver materializados estos preceptos en la creación de la Universidad Bolivariana de Venezuela, institución que nace como alternativa al sistema educativo tradicional, al tiempo que da un vuelco a la vinculación de la Universidad con la realidad nacional y latinoamericana.
Y es en justamente aquí, en esta que hemos bautizado cariñosamente como la "Casa de los Saberes", en que la Boina, es asumida como un símbolo de ruptura con el claustro académico y con el paradigma de dominación, reproducción indiferencia y exclusión, reinante en los ámbitos del academicismo tradicional de nuestro contexto geográfico, para pasar a representar una Universidad abierta a las etnias, a los obreros, al humilde y al discapacitado, que reivindica al campo, a la provincia, la comunidad, la diversidad, la complejidad, sustentabilidad y la acción creadora.
Nos identificamos con la Boina como símbolo de vanguardismo popular y como fuerza transformadora y revolucionaria basada en un trabajo intelectual con sentido social y de desarrollo humano.
Por ello en nuestros Actos de Grado y ceremonias, la usamos con orgullo como modo de que se perpetúe mediante esos rituales en la memoria de cada uno nosotros, nuestra adhesión a estos principios y la ardiente consagración de nuestra vida a los más elevados ideales de libertad, aceptación, tolerancia y justicia social.
Nos identificamos pues, los miembros de la comunidad Ubevista con nuestras Boinas, lo mismo que en una época muy antigua, lo hacían con el Gorro Frigio los esclavos libertos del Imperio Romano, pero con una diferencia sustancial: aquellos, eran liberados por sus amos, mientras que nosotros, con nuestro estudio, trabajo y compromiso, actuamos por nosotros mismos y decimos hoy con orgullo: "Gloria al bravo pueblo, que el yugo lanzó, la ley respetando, la virtud y honor".
¡Ubevistas! hoy quizás las llevamos puestas, pero sólo habremos internalizado en nuestra frente, en nuestros rostros, en nuestras palabras y en nuestros actos, el significado viviente de las Boinas con las que nos graduamos, si al ponérnoslas renovamos nuestras fuerzas morales para combatir en cualquier terreno que pisemos contra la degradación de nuestros semejantes, y si gracias a ellas, nunca pudieran tragarnos las feroces serpientes de la ambición profesional, aquellas que lastimosamente, convierten al hombre instruido, en un lobo para los otros hombres.
¡Ubevistas! si así lo hacemos siempre: que el Supremo Autor nos lo premie; y si no... que la historia... se haga presente en el pueblo... y que éste venga y nos lo demande.


Secretaría General UBV

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